Hace unos meses me invitaron a dar una clase magistral en el colegio de mi hijo. Uno de esos profesores implicados que valen la pena me pidió que hablara de lo que hago a unos chicos de último curso que debían decidir a qué dedicaban sus vidas de aquí en adelante, bien seguir estudiando, comenzar a trabajar o realizarse en Hombres, Mujeres y Viceversa.
Mientras la preparaba, sucumbí a la tentación de intentar trasladarles lo que a mí me hubiera gustado que me explicaran a su edad. No tan solo hablar de tecnología. Hablar de cosas que realmente les ayudaran a tomar una de las decisiones más importantes de su vida.
Su respuesta fue brutal. La atención prestada por unos energúmenos potenciales de 17 años me conmovió.
Sus preguntas cargadas de esperanza me sorprendieron. Y su desconocimiento del mundo actual y de lo que les esperaba en el futuro me entristeció.
Nadie en todos sus años de escolarización les había contado de manera entendible cómo de rápido cambian las cosas hoy y cuanto más lo van a hacer en un mañana en el que ellos deberán jugar un papel importante.
Analizando posteriormente lo que acababa de hacer, caí en la cuenta de que el mensaje es igualmente valido para una gran mayoría de la sociedad que vive en la más oscura inopia, enfrascada en su estresante día a día.
Comprendí entonces que debía compartir con cuanta más gente mejor esta historia simple y directa que comenzaba con la imagen de vuestra derecha...
Así, he trasladado en seis entradas de mi blog todo lo que les explique a esos chavales de 17 años ese día. Y es lo que quiero que todo el mundo entienda.
Todo avanza muy deprisa. Lo dicen los que más saben y lo vemos cada día a nuestro alrededor. Todo apunta a que los próximos 30 años van a ser cruciales para la humanidad en muchos sentidos. Nos jugamos mucho. Ser dioses o villanos. Y quien va a tener que decidir vamos a ser nosotros mismos.
Los mismos que hemos permitido que Donald Trump llegue a la presidencia de la mayor potencia del mundo. Una sociedad que no ha conseguido alcanzar un acuerdo global para frenar el cambio climático que va a destrozar nuestro mundo o que permite que cada día tiremos o se estropeen un tercio de los alimentos producidos en un mundo con 2.000 millones de personas con sobrepeso y 2.000 millones subalimentadas.
Eso es lo que hemos conseguido durante años y años de educación basura. Una educación que ha primado aprender actividades que hoy ya están siendo suplidas por la Inteligencia Artificial débil. Una educación basada en memorizar contenidos presumiblemente correctos son el menor atisbo de pensamiento crítico.
¿Resultado? La mayoría de nosotros nos creemos cualquier cosa que leemos en las redes sociales o en Internet.
El reinado de las burbujas informativas y la desinformación.
Si hoy me preguntaran en que debe invertir la humanidad todo su capital no escogería en tecnología, sino en educación.
En conseguir la alfabetización 4.0 a nivel global. En garantizar que toda la humanidad, no tan solo los más preparados, pueda desarrollar sus habilidades humanas para alcanzar el trabajo aumentado. En fomentar que todos podamos ser knowmads para que, una vez llegue el momento, seamos capaces de colaborar, compartir y tomar las decisiones que eviten que las máquinas nos pasen por encima como una apisonadora.
Lamentablemente, hoy en día la mayoría de nosotros saldría a esperar la llegada de los vampiros mientras el reality show de turno suena de fondo en nuestro televisor.
Por favor, pongamos algo de nuestra parte para estar a la altura del futuro tan excitante que nos ha tocado vivir. Preparémonos con una apuesta decidida en nueva educación.