Cierren los ojos e intenten llevar a su mente una imagen cualquiera de la sociedad en la Alta Edad Media. Puedo afirmar sin miedo a equivocarme que la mayoría de ustedes habrán visualizado un montón de gente pobre, hambrienta, sucia, miedosa, estúpida, enferma y fea. Todo eso junto y para casi todos en casi cualquier lugar del mundo conocido. Es simplemente asombroso qué, tras siglos y siglos de mugre, superstición, hambruna y desesperación pudieran aparecer polímatas del calibre de Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel o Copérnico. Esos “eruditos” o “hombres del renacimiento”, que dominaban diferentes ramas del saber filosófico, artístico o científico, pusieron al servicio de la humanidad sus inventos y aportaciones para evolucionar al hombre y la sociedad. Casi nada.
Según Castiglione, un cortesano en aquella época debía tener una actitud individual, ser despreocupado, fresco, hablar bien, cantar, recitar poesía, tener un porte adecuado, ser atlético, conocer las humanidades y las obras clásicas, pintar, dibujar y poseer muchas otras habilidades. Siempre sin comportamiento llamativo o jactancioso, con lo que él llamaba “sprezzatura”. En definitiva, gente con una curiosidad insaciable y una imaginación febril e inventiva, capaz de pintarte la Capilla Sixtina, tirarte al traste la manera como te crees que es el universo o inventar cosas que en su día parecían pura ciencia ficción.
Estoy seguro que estos prodigios de la naturaleza fueron tachados en su época como bichos raros, transgresores, disonantes, charlatanes o simplemente de locos. Gracias a Dios, la sociedad en el 2017 es totalmente diferente. O al menos lo parece. No somos tan pobres, nos duchamos, comemos regularmente, tenemos una salud envidiable, hacemos running y somos capaces de implantarnos cosas en el cuerpo para no ser feos. Y también tenemos a nuestros polímatas. Son aquellos que cumplen perfectamente los 5 mantras del hombre del renacimiento digital. Son aquellos que atesoran las competencias digitales para la innovación que les hacen realmente especiales.
EL DOMINIO DE LA TECNOLOGÍA
Son capaces de hablarte sin atragantarse ni ponerse colorados de aspectos técnicos relacionados con el Big Data, el Internet de las Cosas, el Blockchain, el Data Analytics o cualquier nuevo concepto acuñado por Gartner. No son oportunistas que tocan de oído sino que conocen las tripas de lo que tocan. Además aterrizan las cosas de tal manera que son capaces de guiar y arrastrar a los que tienen a su alrededor hasta obtener un resultado. Y lo hacen aplicando metodologías basadas en el sentido común, y no por el puro placer de diseñar un plan y ejecutarlo correctamente como único objetivo.
BÚSQUEDA CONSTANTE DE LA INNOVACIÓN
Son personas que se cuestionan todo. Siempre ¿Es eso mejorable? ¿Hay una manera diferente de hacerlo? ¿Por qué se tiene que hacer así? Lo que les importa es el valor que pueden conseguir mediante el cambio y la manera más sencilla y fácil de conseguir el resultado deseado. Son los nuevos infatigables inventores que no descansan nunca en un bucle continuo de generación de valor.
OBSESIÓN POR LA EXPERIENCIA
Solo entienden una manera de hacer las cosas: investigando, enfatizando, entendiendo, tocando y compartiéndolo todo. Son la gente del sentido común aplastante. Son los que luchan contra el “por qué siempre se ha hecho así”. Los eternos buscadores de los problemas que se pueden solventar de formas simples e imaginativas, tan solo por qué han optado por aplicar diferentes puntos de vista. Que han apostado por cambiar las reglas del juego y centrarse en el problema en vez de en la solución.
ORIENTACIÓN A LA VENTA
Son personas que venden cada día. Lo hagan de manera profesional o no. La comunicación y la persuasión para conseguir llevar el resultado obtenido a cuanta más gente mejor son sus principales armas. Y no me estoy refiriendo a los cracks del marketing que simplemente quieren colocar su producto. Me refiero a aquellos que luchan denostadamente por salvar el mundo generando y aportando a la sociedad cada día el valor necesario para conseguirlo.
COLABORACIÓN, COLABORACIÓN Y COLABORACIÓN
Son personas que conocen el poder de compartir las cosas. Saben que nunca podrán abarcar todo el conocimiento que necesitan y por eso comparten ideas, recursos y esperanzas. Se encuentran cómodos entre gente con puntos de vista diferentes, de muchas y diferentes disciplinas y expertos en materias que ellos no dominan. Y siempre buscan el consenso. Por qué saben que el éxito está en obtener un resultado valioso para alguien y no en ponerse la medalla de haberlo conseguido.
Algo muy bueno está sucediendo hoy en día. Aunque parezca increíble estos mantras se están convirtiendo en la nueva norma que permite la proliferación de una nueva raza: los trabajadores del conocimiento, también llamados trabajadores del aprendizaje o Knowmads. Gente creativa, sin miedo al fracaso, decidida… que usa el cerebro para diferenciarse de los robots y las máquinas, que ya nos están suplantando a la hora de hacer los trabajos rutinarios.
Pero lamento comunicarles que existe mucho consultor digital moderno de pega que, de manera reiterada y con alevosía, usa la cantidad ingente de información, opiniones y valor que dejan a disposición de la humanidad estos nuevos hombres del renacimiento digital, para perpetuar la manera feudal de hacer negocio. Una manera basada en la mentira, la superstición y el miedo. Cabe decir que la experiencia basada en la ejecución de proyectos y asistencias técnicas no te hace un superhombre digital. Si esos proyectos y esas asistencias no han llegado a ningún resultado valioso, o no han servido para cambiar mínimamente el mundo, o simplemente y llanamente han fracasado, no sirven absolutamente para nada. Es muy fácil recomendar y predecir el futuro digital cuando éste juega a tu favor. Tan solo un mensaje para estos señores: El futuro es algo que no está escrito y que todos podemos cambiar.
Lo bueno es que hoy en día cualquiera puede ser un hombre del renacimiento, del renacimiento digital. La disponibilidad de múltiples fuentes de conocimiento como el MOOC, hace que lo único que los diferencie del resto sea su actitud frente a los profundos retos y la decisión de usar su valioso tiempo para conseguirlo. Y podría hablar aquí de múltiples y muy variadas competencias que tanto gustan a los modernos “gestores del Talento”, como liderazgo, autoaprendizaje o tolerancia a la frustración. Pero no lo voy a hacer. Creo que, como seguro pasaría con los hombres del renacimiento originales, solo bastan cinco minutos de conversación para identificarlos. Es ese tipo de gente a la que Victor Kuppers retrata tan bien en sus conferencias. Esa gente que tan solo conocerla ya dices “Ualaaaaaaa. Toma ya…”
Para mi es simple. Los hombres del renacimiento digital son creativos, colaboradores y positivos. Los hombres del renacimiento digital serán los que ayuden a las máquinas a ayudar a la humanidad. No otros.
De alguna forma ya llevo tiempo hablando de ello enlazando las características de esta nueva gente con el perfil de diseñador computacional. Pero lamento comunicarles de nuevo que, pese a los grandes avances que nos diferencian de la Edad Media como la ducha o la cirugía estética, una buena parte de nuestra sociedad sigue viviendo en la Edad Media digital. Son aquellos que siguen refiriéndose a nuestros nuevos polímatas como bichos raros, transgresores, charlatanes o locos. Gente que pese a que vayan duchaditos y sepan leer y/o escribir se comportan como aquellos furiosos luditas que atacaban los primeros telares mecanizados fruto de un invento diabólico: la máquina de vapor.
Al igual que al final de la Edad Media, cambios muchos más profundos que entonces están ocurriendo ya. En nuestras manos está comportarnos como luditas para frenarlo como sea o abrir la mente e intentar ser los nuevos hombres del renacimiento digital. Repito entonces el concepto para enfatizar la llamada a la acción: Lo bueno es que hoy lo tenemos mucho mejor que entonces. La colaboración y la tecnología están haciendo posible que tan solo sea cuestión de actitud y esfuerzo. Dejemos entonces de ser pobres, hambrientos, sucios, miedosos, estúpidos, enfermos y feos digitales. Abracemos los mantras y salvemos el mundo. Yo ya estoy en ello ¿Me acompañas?