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11 septiembre, 2018Como profesional llevo el suficiente tiempo desarrollando, gestionando, vendiendo e innovando en productos digitales que me permite aventurarme a identificar las características de las organizaciones innovadoras de éxito. Durante muchos años he aprendido infinidad de cosas valiosas cómo que estas características son propias del diseño computacional. Son las mismas que atesoran las personas innovadoras de éxito, lo que les permite liderar la creación de productos y servicios de calidad. Lamentablemente, he aprendido otras cosas totalmente superfluas derivadas principalmente de vanidades o ansias de control sobre el proceso, no sobre el producto en si.
En el siguiente video de 10 minutos de duración, comparto con vosotros una reflexión en voz alta ¿Qué es necesario para conseguir un producto digital de calidad y además venderlo? Creatividad, agilidad y talento. Esa es mi respuesta corta. Aquí encontrareis el detalle de las características del diseñador computacional, la persona capaz de conectar el mundo creativo y el mundo ágil haciendo posible que todo fluya de una forma no traumática.
La combinación perfecta del diseño computacional pasa entonces por balancear lo emocional, lo físico y lo social para conseguir atraer a los usuarios con el producto, y pasa por balancear la estrategia, la ejecución y los valores de la propia organización para conseguirlo.
Unos buenos recursos para seguir profundizando son el video formativo Online de Lynda.com sobre como dirigir el cambio en tu organización y el curso de la Universidad de Illinois – Darden School of Business – sobre como enlazar Design Thinking y Agile.
Que lo disfruten.
TRANSCRIPCIÓN DEL VIDEO
Hola a todos
Tras bastantes años de desarrollo, gestión de proyectos y venta de productos y soluciones de Software, hace ya unos cuantos que me estoy concentrando intensivamente en la Innovación y la gestión de productos “digitales”. Durante este viaje he aprendido infinidad de cosas, algunas de ellas de crucial importancia para conseguir crear productos de calidad y otras totalmente superfluas derivadas principalmente de vanidades o ansias de control sobre el proceso, no sobre el producto en si.
Hoy quiero compartir aquí con vosotros una de las quizás más reveladoras para mí y que responde a una pregunta compleja.
¿Qué es necesario para conseguir un producto digital de calidad y además venderlo?
Comencemos entonces por lo más básico. El ser humano busca continuamente el equilibrio para estar sano y ser una persona feliz. Para ello combina los tres lados del triángulo que os estoy mostrando: el emocional, el físico y el social. Hasta aquí nada nuevo ¿no?
De la misma forma el ser humano, o al menos los más inquietos, también ha perseguido desde siempre el ser mejor que su competencia para conseguir una mayor recompensa. Esto traducido al lenguaje menos competitivo y más colaborativo de hoy significa aportar un mayor valor a la sociedad, al mercado, a la familia o a lo que se tercie. Y aquí de nuevo encontramos un frágil equilibrio entre los tres lados del triángulo: los conocimientos, las habilidades y aptitudes, y la actitud.
CONOCIMIENTO, HABILIDAD Y ACTITUD
Evidentemente los conocimientos son imprescindibles. Simboliza el SABER en mayúsculas, las horas delante del ordenador, en clase o las noches sin dormir… estudiando. Para ser un crack del mundo digital habría cien mil cosas que estudiar ya sean paradigmas, metodologías, herramientas, lenguajes o cualquier otra cosa. La lástima es que continuamente están saliendo nuevos paradigmas, metodologías, lenguajes… con lo que estar al día es casi imposible. Así, el conocimiento se puede adquirir en cualquier momento de manera específica en función de nuestras necesidades y en cada vez más diversos canales de formación.
Las habilidades y aptitudes son ya otra cosa. Entramos en el ámbito del SABER y PODER HACER. Aquí nos referimos a la práctica y a la experiencia demostrable sobre cualquiera de los ámbitos específicos de la tecnología informática y el software. Yendo un poco más allá me atrevería a decir que mientras las habilidades representan aquello que podemos ofrecer, las aptitudes representan aquello en lo que realmente somos buenos. Y eso son horas. Concretamente 10.000 como expresa Malcolm Gladwell en su libro “Outliers. The story of success”. Con 1 hora podremos saber lo básico. Con 10 ampliaremos a una noción más amplia de los conceptos básicos. Con 100 adquirimos un nivel medio y con 1000 somos especialistas. Solo cuando llegamos a 10.000 horas uno puede considerarse realmente maestro en esa habilidad.
Y por otro lado está la actitud, el QUERER HACER. Y aquí hablamos ya de motivación, de automotivación y de cosas muy complejas. Cómo no soy un experto tan solo os aconsejo que escuchéis alguna de las reflexiones al respecto de Victor Kuppers para entender la gran importancia que tiene este lado del triángulo a la hora de conseguir el deseado equilibrio. Podemos ser más listos que Einstein, más habilidosos que Messi y ser unos completos cenutrios. Creerme…
MENTALIDAD DEL DISEÑADOR COMPUTACIONAL
El valor por aportar al que me refiero es referido muchas veces como “competencias profesionales” y que sepáis que existe mucha literatura sobre este concepto específicamente orientado a la Industria del software y todos sus sabores, a las que debe tener un líder, al desarrollo de las mismas, a su evaluación y muchas otras cosas. Pero hoy lo que a mí me interesa de ello es conocer cuáles son aquellas que conforman la MENTALIDAD de las personas, equipos u organizaciones que consiguen crear esos productos de calidad y, como decíamos antes, además que sus clientes los compren con una sonrisa en la boca. Así, existen 7 características básicas que los distinguen.
Y estos son, en primer lugar, una mezcla de curiosidad y pensamiento crítico. Sería un continuo “¿Qué pasaría si?”. Creo que la representación más acertada de esta característica sería una sala llena de gente trabajando diversas ideas y alternativas. Una sala sin discusiones sino todo lo contrario, donde a cada nueva aportación pudiera seguirle una aportación positiva del estilo “Si. Y además…”. Una sala donde no se permiten opiniones cerradas y sin fundamento del estilo “El cliente nunca comprará eso” o “Esto nunca nos lo van a aprobar” o el que más me gusta “No hay presupuesto para este tipo de cosas”. Resumiendo, es la continua búsqueda de los límites o lo que en lenguaje moderno llamaríamos “salir de la caja” y ser inusual. (Web)
La segundo sería el optimismo o positivismo. Este es un tema del que ya he escrito en mi blog más de una vez (Referencia en imágenes). Aquí no se trata de estar enchufado y engañarse con grandes dosis de café y estupefacientes. Estamos hablando de ser capaz de ver las dificultades y contrarrestarlas con oportunidades siempre con los pies en el suelo pero con la actitud correcta que nos permita seguir adelante. No hablo de llegar a algo indefectiblemente, porque ese es el objetivo. Hablo de seguir adelante en el proceso aunque eso pueda significar llegar a la conclusión de que no hay producto posible.
Muy relacionada con la anterior está la capacidad de experimentación. Debemos perseguir el ser buenos materializando ideas en prototipos, no tan solo ser habilidosos. Debemos tener siempre la necesidad de tangibilizar y, si podemos, hacerlo paso a paso. Y esto lo digo para contrarrestar la necesidad acuciante de algunos en crear un prototipo para abarcarlo todo. Se puede ir bocado a bocado para no indigestarnos.
Un punto determinante aquí es saber gestionar el miedo al fracaso y la frustración. Todos conocemos el anhelo y la obsesión de todos los gestores y altos empresarios en fallar rápido y fallar barato. Y parece lógico ya que estamos hablando de innovar, experimentar, prototipar… pero el fracaso y la crítica joden. Y, aunque es inherente al proceso, no es agradable para el que lo intenta y es muy angustioso para los gestores y altos empresarios que esperan grandes resultados del proceso de innovación.
Otra capacidad clave es la empatía. Nos referimos aquí a ser humanos. Y con eso me refiero a que el tener unos buenos indicadores de satisfacción del cliente no significa tener empatía. Se trata de entender si lo que se está proponiendo como iniciativa cubre una necesidad real de los clientes o, como sucede en muchas ocasiones, es la proyección del anhelo de alguna vanidad bien colocada en la organización o con mucho dinero para invertir.
Igualmente es crucial poder verbalizar esta empatía de manera que el resto pueda entender los inputs y trabajar con ellos. En este sentido y pese a que nunca me hartaré de decir que el usuario debe estar siempre en el centro de todo el proceso, es importante tomar consciencia de que hay múltiples fuentes de información más allá de él, tanto dentro de las organizaciones (la recepcionista, el del call center, los vendedores…) como fuera. Hay que aprender a trabajar con ellas para adaptar la empatía a las necesidades reales de nuestros clientes.
La colaboración es otro aspecto clave de esa mentalidad. Al contrario que antes, hoy en día hay múltiples canales que permiten el trabajo colaborativo en cualquier lugar con cualquier dispositivo. Pero ¿creéis que estos avances nos están ayudando realmente en el proceso? ¿A poder estar todos igualmente enchufados? A ver, nos conocemos todos. Quien no recuerda los proyectos de la Universidad en el que unos pocos trabajaban y los demás, con suerte, miraban y se conectaban al final de curso. Aquí lamentablemente no hablamos de notas a final de año sino de la propia subsistencia como profesional o compañía. Y sin colaboración no hay éxito posible.
De la misma manera hay que recordar que normalmente los equipos son multidisciplinares y están configurados por diferentes perfiles, roles, egos o responsabilidades. Y eso significa tener aguante. El pesao que siempre habla de lo mismo y no permite avanzar ¿Lo arrinconas o tratas de hacerlo participe? Una mentalidad ganadora que nos permite crear los productos deseados, aglutina todos los pensamientos pese a que ello signifique un mayor esfuerzo de integración. Los resultados muchas veces son sorprendentes y realmente lo merecen.
Otra capacidad importante es la orientación a la experiencia. Se trata de ver el bosque y no concentrarse en los árboles. Es cuestión de poder pensar más allá del problema concreto para abrazar toda la experiencia del usuario a su alrededor. Quizás un cambio en un punto diferente a la que se cree la fuente del problema, puede tener un impacto enorme en como los clientes perciben el servicio o el producto. Una mentalidad excesivamente enfocada a lo que ya sabemos, a los detalles en los que nos encontramos cómodos o que se pierde siempre en las mismas asunciones de siempre, nunca nos va a permitir tomar consciencia de las problemáticas reales. Si siempre haces lo mismo, siempre llegarás a las mismas conclusiones.
Y por último, pero no por ello la menos importante, nos encontramos con la creatividad. Es una obviedad decir que para conseguir un producto de éxito debemos tirar de creatividad. Pero es que lamentablemente eso no pasa. La presión de los resultados no permite que la gente dedicada al proceso tenga el tiempo y el espacio suficiente como para actuar en el modo abierto, el caldo de cultivo primigenio de cualquier idea. Aquí vuelvo a recordar que ya he hablado en diversas ocasiones en mi blog de cómo la creatividad está relacionada con la innovación.
Disponer de esa mentalidad y por consiguiente de esas competencias, es condición necesaria pero no suficiente. Si lo que queremos es materializar y comercializar productos digitales de calidad tenemos que pensar ahora en la parte más práctica del proceso, la que nos debe asegurar que podemos hacerlo realidad. Para ello volveremos al triangulo inicial que nos mostraba el equilibrio de la salud duradera en el ser humano.
LA INNOVACIÓN EN LA ORGANIZACIÓN DE ÉXITO
Si proyectamos este hacía la organización que debe liderar y gestionar el proceso de ideación y desarrollo de un proyecto de calidad con éxito obtenemos un nuevo triangulo con un nuevo equilibrio. En él vemos que existen tres factores clave que debemos controlar: la estrategia, la ejecución y los valores. Pese a que la estrategia es la madre del cordero, hoy no quiero hablar de ella. Me quiero concentrar en los otros dos lados y en como conectarlos para asegurar ese éxito.
La mentalidad ganadora que os he mostrado debe formar parte de los valores de la organización junto con otros tan básicos como la confianza o la propia marca. Entonces ¿Cómo conecta toda esta mentalidad con la necesidad de ejecutar con éxito todo lo que nace de un proceso creativo basado en Design Thinking? Pues aquí es donde entra el concepto tan manido del “esto hay que aterrizarlo”. Y aquí aterrizar significa aplicar inteligentemente las metodologías ágiles. Así, la ejecución que gestiona cosas tan esenciales como los costes, la logística, la velocidad de desarrollo, el soporte o la operación, debe basarse sin dudarlo en el paradigma ágil ¿Por qué lo afirmo con tanto énfasis? Porqué ya he hablado de ello en un par de videos que tratan de explicar lo que son estas metodologías y cómo hacer que los proyectos de desarrollo de software tengan éxito combinándolo con el Design Thinking. Os invito a que les echéis un vistazo.
Por otro lado, un punto esencial en todo esto es poder asegurar la continuidad del proceso. Y aquí debo advertir sobre la acuciante necesidad que tienen las organizaciones que opten por el camino del éxito de disponer del talento necesario para materializar primero y engrasar después la conexión entre el mundo de la creatividad y el mundo de la tecnología y el desarrollo. Hoy en día no hay roles específicos en la Industria del Software que cumplan esa función sino que ésta acostumbra a distribuirse entre diferentes perfiles lo que conlleva diferencias de criterio o visión y, por consiguiente, un mayor riesgo para el proceso.
Y tampoco compruebo yo que existan demasiadas personas con esa especial sensibilidad que les haga capaces de hacer la función de interprete, es decir, participar, percibir y saber transmitir las soluciones basadas en la experiencia del proceso creativo y plantear una solución tecnológica acorde pensando en infraestructuras, plataformas, servicios o aplicaciones. Puede parecer que esté pidiendo lo imposible. Pero no es así. Esas personas existimos. Somos capaces de hablar de arquitecturas de software o plataformas como servicio a la vez que participamos en actividades de descubrimiento o proyectos completos de definición de la Experiencia de Usuario.
Resumiendo, a la pregunta abierta sobre qué es necesario para conseguir un producto digital de calidad y además venderlo, mi respuesta es: unos valores y una mentalidad orientada a la creatividad basada en Design Thinking, una ejecución basada en el paradigma ágil y las personas adecuadas que conecten ambos mundos haciendo posible que todo fluya de una forma no traumática.
Espero haberles transmitido algo importante que puedan aplicar tanto a nivel individual como organización. Cualquier duda no duden en contactar conmigo.
Un saludo