Vendiendo el cambio y la transformación en el sector del Agua
30 agosto, 2018Las competencias core del Product Manager digital de éxito
31 agosto, 2018Jeremy Rifkin, el reputado sociólogo y economista americano más influyente de los últimos tiempos, es muy claro al avisarnos sobre la profunda transformación que han sufrido industrias como las comunicaciones, la edición, la formación o la energía. Nos ilustra sobre una sociedad de coste marginal cero basada en prosumidores, en la que compartiremos más que compraremos. El tiempo en que los costes de producción serán tan bajos que no permitirán la subsistencia del sistema capitalista tal como lo conocemos, está cada vez más próximo.
Todos los negocios están asimilando a marchas forzadas el brutal empuje de un avance tecnológico sin precedentes en la historia. El Internet de las Cosas que nos abre un mundo de conexiones exponenciales y combinaciones antes impensables, está cambiando totalmente la manera como planteamos nuestros procesos de negocio. El Big Data o la capacidad de analizar volúmenes ingentes de información en muy poco tiempo hace posibles cosas que antes solo eran simples entelequias. La cada vez mayor capacidad de descubrir, prevenir y predecir que nos brinda el Data Analytics nos aporta hoy las respuestas correctas a preguntas clave que antes solo intuíamos o erróneamente presuponíamos. La simplicidad actual del uso y aplicación de la potencia de los mapas y la geolocalización sobre cualquier proceso abre un mundo nuevo de posibilidades aún por explorar. Conceptos como la Realidad Aumentada, la Realidad Virtual, la impresión 3D o los Wearables, que hace cuatro días parecían sacados de comics de ciencia ficción ahora comienzan a ser una realidad. Definitivamente, hoy podemos expresar sin miedo a equivocarnos que el límite realmente está en la imaginación.
Ante este panorama, todos los negocios “tradicionales” están por la labor de transformarse digitalmente. Todos quieren reinventarse. No es difícil encontrar muestras de ellos ojeando las noticias de economía de cualquier diario digital de cualquier país. Un gran Banco crea un Departamento de Analytics o aquel periódico con tanta solera se concentra en su formato digital. El miedo a verse fácilmente superado por esta transformación es un gran revulsivo para ponerse a andar. Pero nadie se olvida de intentar blindar el acceso a la vaca lechera. El Sr. Rifkin advierte de la lógica reacción provocada por la natural aversión al cambio que en términos capitalistas se traduce en practicas monopolísticas. Y eso es un freno. No se puede liderar el cambio cuando en el fondo lo que se quiere es que todo siga igual cuanto más tiempo mejor. Eso lo saben bien las grandes compañías mundiales, sea cual sea su negocio. Ellas, aparte de tener el enemigo en casa, tienen un grave problema de bicefalia. En vez de invertir el tiempo, el esfuerzo y el dinero en la dirección correcta antes de que se les lleve la ola, prefieren hacer planes estrambóticos dirigidos a autoconvencerse de que pueden nadar entre dos aguas.
Ahora más que nunca es el momento de la innovación estratégica. No hay otra alternativa para que las grandes compañías mundiales existentes tengan alguna posibilidad de adaptarse a la Tercera Revolución Industrial. Y no hay otra manera de innovar que no sea a través del diseño estratégico en el que las personas, en su condición de usuarios, clientes, ciudadanos, empleados o lo que sea, deben estar en el centro. No hay otra manera que no sea entendiendo y cuidando la experiencia de uso de cualquier producto o servicio que les ofrezcamos.
Debe primarse así el conocimiento tecnológico, la inspiración, la creatividad, el talento, la capacidad de abstracción y todo lo que signifique salir de la zona de confort para visualizar allí donde queremos llegar.
Debe desmontarse todo para volverse a montar de otra manera. Debe cuestionarse todo y dirigir el proceso hacía a la fuente de toda decisión, los destinatarios de nuestros productos y servicios. Desde el primer momento preguntando y testeando. Y debemos equivocarnos para aprender en el camino. Obligatoriamente. Eso es lo adecuado y lo políticamente correcto.
Pero cada vez tenemos menos margen para hacerlo. El error ya no puede escudarse ni en la falta de medios ni en la falta de ganas. El error nace hoy de actitudes inmovilistas, estrecheces de miras o razonamientos impulsivos que nacen de las ganas de correr sin saber hacía donde. Si tenemos las herramientas para hacerlo ¿Porqué seguimos dando tantas cosas por sentadas? ¿Porqué seguimos anteponiendo las viejas formas de las organizaciones a la nueva lógica de hacer las cosas? Tras toda esta profunda reflexión giro la vista hacía un mundo que conozco bien y me pregunto ¿Puede la industria del Agua mantenerse ajena a esta Revolución durante mucho más tiempo? Definitivamente no.
La transformación digital del sector del Agua en España comienza a ser muy compleja. Y sus garantías de éxito, pocas. La brecha entre las posibilidades actuales de la tecnología y el nivel de tecnificación actual del sector es abismal. En comparación con el resto de Utilities, el sector del Agua siempre ha sido el hermano pobre, en muchos sentidos y siempre ha ido unos cuantos años por detrás en la adopción de muchas tecnologías. Pero la aceleración exponencial experimentada en esta Tercera Revolución Industrial ha puesto de manifiesto una necesidad acuciante de inversión en Tecnología Informática para, simplemente, garantizar el servicio.
Por otro lado, la crisis del Agua, de la que muchos hablan y a la que el Forum Económico Mundial coloca en primera posición a la hora de enumerar los riesgos de mayor impacto para nuestra civilización, ya ha comenzado. Existe una presión evidente para que el sector afronte el aumento generalizado del estrés hídrico sin que para ello deba incrementar abusivamente el precio del agua. Si a todo esto le sumamos la necesidad de realizar obras millonarias para sustituir o rehabilitar miles y miles de kilómetros de tuberías enterradas que llegan al final de su vida útil, tenemos ante nosotros un panorama no menos que desolador. Un futuro que de ninguna manera quiero dejar a mis hijos.
Las buenas noticias son que tenemos ya herramientas a nuestra disposición para reducir drásticamente muchos procesos productivos en el mundo del Agua y que, si las cosas van bien, el coste de la energía decrecerá ayudando al sector a afrontar los tan necesarios cambios. Pero esta es una industria fragmentada compuesta por miles de pequeños ayuntamientos, empresas y grandes corporaciones. Una industria salpicada muchas veces por intereses contrapuestos que frenan más que unen. Así, la duda es quien debe liderar este cambio para que ocurra de una manera efectiva. Y aquí es donde no podemos fallar.
Podemos tener un gran conocimiento de los procesos operacionales y comerciales del negocio. Pero estos deben replantearse completamente desde el minuto uno. Podemos tener un conocimiento medianamente claro de hacía donde queremos ir. Pero eso debe quedar en tela de juicio rápidamente. Podemos tener un mínimo conocimiento de la tecnología que hemos aplicado hasta ahora. Pero eso no vale. Debemos ser conscientes que estamos lidiando con cosas en las que la industria del Agua no tiene experiencia. Tal como he intentado dejar de manifiesto antes, me consta que como en muchos otros en el sector del Agua también existe un deseo de transformación digital. Hay mucha gente dedicada a pensar como debe llevarse a cabo este proceso. ¿Debe ser el propio sector el que lo lidere? Puede… ¿Tiene la capacidad y las habilidades tecnológicas necesarias para hacerlo? Serías dudas... ¿Es la Smart City la solución? Prefiero centrarme primero en la Smart Water. Y digitalmente hablando, ¿Tiene la sensibilidad estratégica y el temple necesario en estos momentos? No lo creo.
En este punto quiero poner de manifiesto el importante el papel que, como en otros sectores, debe jugar el sector TIC para que esa transformación se lleve a cabo. La banca o el turismo ha sido invadida por empresas tecnológicas ¿Porqué no puede pasar lo mismo con el mundo del Agua? Los procesos podrán ser críticos pero no técnicamente complejos. De este modo hay un claro espacio que pueden y deben ocupar estas empresas con soluciones y productos segmentados y dirigidos a los diferentes actores de esta industria fragmentada. El sector del Agua en España debe aprender definitivamente del resto de Industrias que ya han cambiado su fisionomía.
Si para ello se deben crear matrimonios de conveniencia o alianzas contra natura en el proceso de transformación digital del sector del Agua que socaven el poder de las grandes corporaciones y resquebrajen los cimientos de posibles monopolios, que así sea.