Design Thinking para torpes, programadores e ingenieros
2 septiembre, 2018Las características de las organizaciones innovadoras de éxito
11 septiembre, 2018Durante este mes de agosto, David Byrne, el mítico líder de la banda de new wave americana Talking Heads, ha publicado un fantástico artículo en el MIT Technology Review sobre la tecnología y la interacción humana, o más bien sobre la cada vez más ausencia de la misma.
No puedo estar más de acuerdo con el Sr. Byrne. Tanto que creo que todos los tecnólogos, marketers, CIOs, CTOs, CEOs y demás Cs influyentes de este país deberían leerlo y comenzar a pensar en aplicar de manera inteligente los designios del Diseño centrado en el usuario, la Experiencia de Usuario, el Diseño Estratégico de productos y servicios o como quieran llamarlo. Si no lo hacen, aparte de perder dinero a espuertas, ayudarán a que los humanos seamos menos completos como personas y como sociedad.
Para hacerlo más fácil, aquí les lo dejo el artículo traducido al castellano. Que ustedes lo disfruten.
“Tengo la teoría de que, gran parte del reciente desarrollo e innovación tecnológica acontecida durante más o menos la última década, tiene una agenda tácita global. Se trata de crear la posibilidad de un mundo con menos interacción humana. Esta tendencia es, sospecho, no un error sino una característica. Podríamos pensar que Amazon trataba de poner a nuestra disponibilidad los libros que no pudiéramos encontrar cerca de nuestra casa. Y así fue, una idea brillante. Pero tal vez también podía tratarse de eliminar el contacto humano.
La tecnología de consumo de la que estoy hablando no reclama o reconoce que la eliminación de la necesidad de tratar directamente con los seres humanos sea objetivo principal, pero es el resultado en un número sorprendente de casos. Estoy pensando que tal vez sea de verás el objetivo principal, aunque éste no estuviera dirigido de forma consciente. A juzgar por la evidencia, esa conclusión parece ineludible.
Esto entonces, es la nueva norma. La mayoría de las noticias de tecnología que nos bombardean constantemente son sobre algoritmos, Inteligencia Artificial, robots y coches autónomos, los cuales se ajustan perfectamente a este patrón, todos ellos. No estoy diciendo que tales desarrollos no sean eficientes y convenientes; esto no es un juicio en absoluto. Simplemente noto un patrón y me pregunto si, al reconocer ese patrón, podríamos darnos cuenta de que es sólo una trayectoria de muchos. Hay otros caminos posibles por los que podríamos estar discurriendo, y por el que estamos haciéndolo no es ni inevitable ni el único. Simplemente ha sido elegido, posiblemente de forma inconsciente.
No estoy diciendo que muchas de estas herramientas, aplicaciones y otras tecnologías no sean altamente convenientes. Pero en cierto sentido, van en contra de lo que somos como seres humanos.
Me doy cuenta de que estoy haciendo algunas alocadas generalizaciones y suposiciones con esta propuesta, pero puedo afirmar que estoy, o he estado, en el campo que se identificaría con el deseo no reconocido de limitar la interacción humana. Aunque crecí feliz encontré muchas interacciones sociales extremadamente incómodas. A menudo me preguntaba si había reglas en algún lugar que nadie me había contado y que lo explicarían todo. Todavía hoy cometo a veces algunas sutilezas sociales “explicadas” por mí. A menudo me gusta ir a un restaurante solo y leer. No me gustaría tener que hacer eso todo el tiempo. Pero no tengo ningún problema con ello aunque a veces sea consciente de las miraditas que dicen “Pobre hombre. No tiene amigos.” Así que creo que puedo tener cierta idea respecto a de donde puede proceder ese deseo tácito.
La interacción humana es a menudo percibida desde la mentalidad de un ingeniero como complicada, ineficiente, ruidosa y lenta. Parte de hacer algo “sin fricción” es conseguir sacar la parte humana fuera del camino. El tema no es que el crear un mundo para acomodar esta mentalidad sea malo sino que, cuando uno tiene tanto poder sobre el resto del mundo como pasa con el sector tecnológico sobre la gente que no puede compartir esa cosmovisión, existe el riesgo de crear un extraño desequilibrio. El mundo de la tecnología es predominantemente masculino. Y mucho. La testosterona combinada con un deseo de eliminar tanta interacción con los seres humanos reales como sea posible por el bien de “la simplicidad y la eficiencia”. Echa cuentas y ese es el futuro.
La evidencia
Seguidamente algunos ejemplos de tecnologías de consumo largamente extendidas que favorecen una menor interacción humana:
Los pedidos online y las entregas a domicilio – Pedir las cosas desde casa es muy conveniente. Amazon, FreshDirect, Instacart y otros no sólo han cortado las interacciones en las librerías o cajas; han eliminado TODA la interacción humana de estas transacciones, salvo las (normalmente de pago) recomendaciones online.
La música digital – Descargas y streaming. Por supuesto al no haber tienda física tampoco hay empleados sabelotodos y snobs con los que tratar. Uauuuu, podrías decir. Algunos de estos servicios ofrecen recomendaciones basadas en algoritmos, por lo que ni siquiera tienes que hablar de música con tus amigos para saber lo que les gusta. El servicio sabe lo que les gusta. Y tú lo puedes saber también sin hablar con ellos. Entonces ¿la función de la música como una especie de pegamento y lubricante social también está siendo eliminada?
Las Apps de navegación – Hay una interacción mínima. Uno no tiene que decir al conductor la dirección o la ruta preferida. O ni siquiera interactuar con él si no se desea.
Los coches autónomos o sin conductor – En un sentido, si estás de marcha con tus amigos el tener un coche autónomo significa más tiempo para charlar. O beber. Muy agradable. Pero la tecnología sin conductor también está muy dirigida a eliminar a los taxistas, conductores de camiones, repartidores y muchos otros. Existen enormes ventajas eliminando a los seres humanos de la ecuación por qué, teóricamente, las máquinas deben conducir con mayor seguridad que los seres humanos y, por lo tanto, podrían haber menos accidentes y muertes. Las desventajas incluyen la pérdida masiva de empleos. Pero eso es otro tema. Lo que estoy viendo aquí es el constante patrón de “eliminar al humano”.
Chekout automatizado – Eatsa es la nueva versión del Automat de los años 50, el antaño popular “restaurante” sin personal visible. Mi farmacia local ha estado formado al personal para ayudarnos a nosotros aprender a usar los cajeros automáticos que los van a reemplazar. Al mismo tiempo, ellos están entrenando a sus clientes para hacer el trabajo de sus cajeros. Amazon ha estado probando tiendas (incluso de comida) con compras automatizadas. Se llaman Amazon Go. La idea es que los sensores sabrán lo que has recogido. Puedes simplemente salir con tus compras que serán automáticamente cargadas en tu cuenta. Sin ningún contacto humano.
La Inteligencia Artificial – La IA es a menudo (aunque no siempre) mejor en el proceso de toma de decisiones que los seres humanos. En algunas áreas podemos esperarlo así. Por ejemplo, la Inteligencia Artificial sugiere la ruta más rápida en un mapa de acuerdo al tráfico y la distancia, mientras que como seres humanos seríamos propensos a tomar nuestra probada y verdadera ruta de siempre. Pero existen otras áreas no tan evidentes donde la Inteligencia Artificial es mejor que los seres humanos en las que ya se están haciendo cosas. Por ejemplo, la detección de melanomas es cada vez mejor usando IA que detectada por muchos médicos. Mucho trabajo legal rutinario pronto será hecho por software al igual que las costosas evaluaciones financieras que ahora ya están siendo hechas por las máquinas.
La fuerza de trabajo robótica – Las fábricas cada vez tienen menos y menos trabajadores humanos, lo que significa que no hay “personalidades” con las que lidiar, agitación por horas extras o bajas por enfermedad. El uso de robots evita la necesidad del empleador de pensar en la compensación de los trabajadores, la atención médica, el Seguro Social, los impuestos y los beneficios de desempleo.
Los asistentes personales – Con el reconocimiento de voz mejorado uno puede cada vez más hablar con una máquina como Google Home o Amazon Echo en lugar de con una persona. Abundan las historias divertidas a medida que van apareciendo los errores de estos aparatos.
Una niña dice, ``Alexa, quiero una casa de muñecas``... y por arte de magia los padres encuentran uno en su carrito de la compra online.
El Big Data – Las mejoras e innovaciones en el tratamiento de cantidades ingentes de datos significan que podemos reconocer los patrones de nuestro comportamiento que antes podían pasar desapercibidos. Los datos parecen objetivos por lo que tendemos a confiar en ellos. Y podemos muy bien llegar a confiar antes en estas recolecciones de datos tratados más de lo que hacemos nosotros mismos y nuestros colegas y amigos humanos.
Los videojuegos (y la realidad virtual) – Sí, algunos juegos en línea son interactivos. Pero la mayoría se juegan en una habitación por una persona enganchada al juego. Así, la interacción es virtual.La venta automatizada de acciones – Una máquina que cruza grandes cantidades de datos puede detectar tendencias y patrones rápidamente y actuar sobre ellos más rápido de lo que una persona puede.
La formación online (MOOCS) – Educación en línea sin interacción directa del docente.
Las redes “sociales” – Esta es una interacción social que no es realmente social. Mientras que Facebook y otros con frecuencia pretenden ofrecer conexión (y de hecho ofrecen la apariencia de la misma) el hecho es que una gran cantidad del social media es una “simulación” de la conexión real.
¿Cuáles son los efectos de una menor interacción?
Minimizar la interacción tiene algunos efectos secundarios, algunos buenos pero otros no.
Las externalidades de la eficiencia, podría decirse.Para nosotros como sociedad un menor contacto e interacción “real” parecen conducirnos a una menor tolerancia y comprensión de la diferencia, así como una mayor envidia y antagonismo. Como se ha puesto de evidencia recientemente, los medios sociales aumentan realmente las divisiones al amplificar los efectos de eco y permitirnos vivir en burbujas cognitivas. Nos alimentan con lo que ya nos gusta o lo que les gusta a amigos con gustos similares. O más probablemente ahora, con lo que alguien ha pagado para que veamos en un anuncio que imita el contenido que estamos consultando. De esta manera, en realidad nos convertimos en seres menos conectados. Excepto con los de nuestro grupo.
Las redes sociales son también una fuente de infelicidad. Un estudio realizado a principios de este año por dos científicos sociales, Holly Shakya en UC San Diego y Nicholas Christakis en Yale, demostró que cuanto más personas usan Facebook, peor se sienten acerca de sus vidas. Pese a que estas tecnologías pretenden conectarnos, el efecto seguramente no intencionado es que también nos separan y nos hacen sentir más tristes y envidiosos.
No estoy diciendo que muchas de estas herramientas, aplicaciones y otras tecnologías no sean muy convenientes, inteligentes y eficientes. Yo mismo uso muchas de ellos. Pero en cierto sentido, van en contra de lo que somos como seres humanos.
Hemos evolucionado como criaturas sociales. Y nuestra capacidad para cooperar es uno de los grandes factores de nuestro éxito. Yo diría que la cooperación e interacción social, la que nos hace quienes somos, es algo que nuestras herramientas pueden aumentar pero nunca reemplazar.
Cuando la interacción se convierta en una cosa extraña y desconocida, entonces, habremos cambiado quién y qué somos como especie. A menudo nuestro pensamiento racional nos convence de que gran parte de nuestra interacción puede reducirse a una serie de decisiones lógicas. Pero ni siquiera somos conscientes de muchas de las capas y sutilezas de esas interacciones. Como nos dirán los economistas del comportamiento, no nos comportamos racionalmente, aunque pensamos que lo hacemos. Y los Bayesianos nos dirán que la interacción es cómo revisamos nuestra imagen de lo que está pasando y lo que sucederá después.
Diría además que hay un peligro para la democracia. Menos interacción, incluso la interacción casual, significa que uno puede vivir en una burbuja tribal. Y todos sabemos a dónde conduce eso.
¿Es posible que una menor interacción humana nos pueda salvar?
Los seres humanos somos caprichosos, erráticos, emocionales, irracionales y sesgados en lo que muchas parecen caminos contraproducentes. A menudo parece que nuestra naturaleza rápida y egoísta será nuestra caída. Hay, al parecer, muchas razones por las cuales sacar a los humanos de la ecuación en muchos aspectos de la vida podría ser una buena cosa.
Pero yo diría que, aunque nuestras diversas tendencias irracionales puedan parecer un lastre, muchos de esos atributos realmente trabajan a nuestro favor. Muchas de nuestras respuestas emocionales han evolucionado a lo largo de milenios y se basan en la probabilidad de que, en mayor medida, nos ofrecerán la mejor manera de hacer frente a una situación.
¿Que somos?
Antonio Damasio, un neurocientífico de la USC, escribió sobre un paciente al que llamó Elliot el cual sufrió daños en su lóbulo frontal que lo dejaron sin emoción. En todos los demás aspectos era inteligente y sano. Pero emocionalmente era Spock. Elliot no podía tomar decisiones. Podía dar vueltas y vueltas interminablemente sobre los detalles.
Damasio concluyó que, aunque pensamos que la toma de decisiones es racional y mecánica, son nuestras emociones las que nos permiten decidir realmente.